Aprenda a controlar la calidad del agua y a reducir los residuos.

El agua, además de ser componente fundamental para la cría de peces y camarones, es crucial para diferenciar las ganancias de las pérdidas en la acuicultura. Esto se debe a que el éxito de la cría depende de su calidad, que a su vez interfiere directamente en la salud, el bienestar y el rendimiento de los animales.

En esta etapa de la serie «Manejo Seguro», Dra. Melina Bonato, Gerente Global Técnica y de I+D, da ICC Animal Nutrition, y Dra. Liliana Borges, comentan cómo mantener la calidad del agua y optimizar el manejo de los alimentos sin perjudicarla, reduciendo la generación de residuos en la acuicultura.

El primer paso para mantener la calidad del agua en la acuicultura es comprobar la condición de la fuente utilizada para abastecer los viveros o tanques. Es importante observar cómo la calidad del agua tiende a cambiar en función de los días de producción y adición de insumos y nutrientes, mediante un control de:

– Temperatura;

– Color;

– Turbidez;

– Transparencia;

– Oxígeno;

– pH;

– Amoníaco.

Temperatura: Todas las actividades fisiológicas (respiración, digestión, reproducción, alimentación, etc.) están estrechamente relacionadas a la temperatura del agua. Las temperaturas extremas (altas o bajas) influyen en el crecimiento y pueden causar muertes. Las bajas temperaturas son ricas en oxígeno y las más altas, a su vez, tienen menor cantidad de oxígeno. Cada especie tiene una temperatura ideal para el crecimiento, que debe ser controlada diariamente. Para peces tropicales, la temperatura ideal está entre 20° y 28 °C. Ya para el cultivo de camarones, temperaturas superiores a 33 °C pueden aumentar el riesgo de enfermedades causadas por Vibrios. Regular la temperatura no es sencillo, pero para eso lo ideal es aumentar la circulación de agua o de aire.

Color: El color determina la existencia de elementos básicos para la acuicultura y varía dependiendo de las especies. Por lo tanto, es esencial que el acuicultor tenga conocimiento del tipo de cultivo y, en caso necesario, que haga la corrección mediante el uso de abono o fertilizante.

Turbidez: es uno de los parámetros que determinan la transparencia. La turbidez mide la cantidad de partículas en suspensión. Cuanto más turbia el agua, menos indicada será para la acuicultura, ya que impide la penetración de la luz solar y, como consecuencia, el desarrollo del fitoplancton. Generalmente, las aguas turbias son de color marrón.

Transparencia: determina directamente la cantidad de luz que penetra en el agua. Algas y partículas en suspensión, resultado de la erosión, harán que el agua sea turbia y disminuirán la transparencia. Si el agua es muy limpia, sin turbidez, la luz puede penetrar decenas de metros en el agua, lo que no ocurre si esta presenta muchas partículas en suspensión.

Oxígeno: es el componente más importante para el desarrollo de peces y camarones, y es considerado el parámetro más crítico. La concentración de oxígeno disuelto en el agua (OD) es afectada por la temperatura, considerando que temperaturas bajas aumentan la cantidad de OD y temperaturas altas reducen el OD. La obtención puede ocurrir mediante el contacto y penetración directa del aire atmosférico en el agua o por el proceso de fotosíntesis del fitoplancton.

pH: Los extremos pH (ácido o básico) causan estrés o mortalidad y pueden ser afectados por la contaminación, la respiración, la fotosíntesis, el calado y la fertilización. El pH debe ser controlado al menos una vez a la semana, y la corrección puede hacerse agregando caliza, cal virgen y cal hidratada.

Amoníaco: La concentración de amoníaco debe ser controlada para que no supere 0,1 mg/L, que es la cantidad máxima considerada. Cuando supera este valor, se convierte en tóxica y perjudica el transporte de oxígeno por la sangre.

Además de estos factores, es esencial que los sedimentos sean usados periódicamente para garantizar la calidad del agua. Para cada especie acuática cultivada, el acuicultor deberá considerar las exigencias nutricionales junto con la formulación equilibrada y la calidad de los ingredientes del manejo de los alimentos, y considerará la frecuencia de los alimentos, los hábitos y las fases de cultivo de cada cría, buscando aditivos e información que optimicen el proceso. La frecuencia alimentaria contribuirá con la estimulación de la demanda de alimentos, evitando el desperdicio, manteniendo la calidad del agua y reduciendo los costos de producción. El rendimiento de los animales será mejor, ya que recibirán la nutrición adecuada en un ambiente libre de estrés, mejorando la conversión de alimentos y el aumento de peso.

Al adoptar estos procedimientos, es posible controlar y reducir los residuos generados durante el manejo de alimentos, evitando la cantidad excesiva de minerales. Con eso, habrá un mejor equilibrio en el ecosistema acuático, afectando directamente el balance económico y el aumento de la productividad.

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